Queridos Sr. Cardenal D. Fernando Sebastián, Sr. Arzobispo, hermanos en el episcopado, Sr. Alcalde de Sevilla, queridos Delegados Diocesanos de Enseñanza de Andalucía y de Cartagena, Tenerife y Canarias, que nos acompañan, representantes de organizaciones sindicales, patronales y de titulares de centros educativos, queridos profesores de religión.

Quiero que mis primeras palabras sean de agradecimiento a todos los profesores de religión que desarrollan su labor docente en Andalucía tanto en los centros públicos como en la escuela católica, puesto que éstos también tienen una amplia representación en este Congreso.

Vuestro trabajo, como enviados de vuestros Obispos y de la Iglesia, es una tarea evangelizadora de primer orden que merece la pena ser resaltada y agradecida. Especialmente si, como es el caso frecuente en los centros públicos, esta tarea debe ser realizada en condiciones poco favorables cuando no de oposición en muchos ambientes educativos.

Pero no nos engañemos, esta situación no es sino manifestación de una situación más profunda que viene acompañando a los cristianos desde los primeros tiempos, cuando recibieron el mandato evangélico de "Id y enseñad" (Mc 16,15), y no es otra que la dificultad de trabajar, al fin y al cabo, en territorio de misión, llevando a la Escuela el mensaje de Jesucristo.

Ayudar a encarar la tarea del profesor de religión católica en la escuela, en la pública y en la escuela católica, en clave misionera es uno de los objetivos fundamentales que nos hemos propuesto al organizar este Congreso. Que la Iglesia en España, también en Andalucía, necesita una nueva evangelización es algo que venimos diciendo desde hace más de tres décadas. Sin embargo, eso no quiere decir que la perspectiva misionera impregne de hecho nuestro quehacer cotidiano, tampoco en la escuela. No faltan voces tan significativas como la del Cardenal D. Fernando Sebastián, que avisan de que no hemos logrado todavía despertar en nuestras Iglesias un movimiento auténticamente evangelizador, con clara conciencia de sus exigencias personales y comunitarias, espirituales y apostólicas. Estamos todavía lejos de recuperar la fuerza espiritual y la eficacia transformadora de las convicciones religiosas de los primeros cristianos. (cf. Fernando Sebastián, Evangelizar. Ed. Encuentro, Madrid 201O, p. 21).

En el mismo sentido escribe el cardenal Kasper unas palabras clarividentes de quien conoce bien la realidad de la Europa actual: "para mí lo realmente preocupante es que muchos, incluso muchos de los que tienen hoy una responsabilidad en la vida de la Iglesia, no han comprendido todavía lo serio de la situación o no quieren reconocerlo. Se pretende seguir haciendo las cosas tal y como han venido haciéndose hasta ahora. Seguir actuando como siempre y tratar de mantener lo más posible el statu quo no hace progresar la situación. Pablo VI y Juan Pablo II indicaron hace ya mucho tiempo la palabra clave en torno a la cual debe girar todo. Dice así: nueva evangelización. Afecta al individuo y a su fe, a su conversión y a su renovación, y tiende al mismo tiempo a una renovación fundamental de nuestra cultura. Esto incluye una revisión de nuestros planes pastorales. Algunas veces me parece que perdemos el tiempo discutiendo qué marco ponemos a nuestros cuadros, cuando tenemos la casa ardiendo en llamas" (en Daniel Deckers, Walter Kasper. Al corazón de la fe, Ed. San Pablo, Madrid 2009, p.161).

En este contexto, la enseñanza de la religión católica en la escuela es un instrumento privilegiado para educar a la persona desde sus más profundas convicciones.

Nos encontramos una sociedad en cambio, multicultural, donde el papel de las familias se va viendo modificado, en la que desaparecen elementos básicos de nuestra cultura y emergen otros nuevos.

Este cambio y evolución puede conllevar riesgos pero estamos llamados a descubrir que este contexto es un terreno abonado para la nueva evangelización.

El reciente documento de  la CEE de febrero de 2013, Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe, señala que "lo peculiar de la enseñanza religiosa escolar consiste en la presentación del mensaje y acontecimiento cristianos en sus elementos fundamentales, en forma de síntesis orgánica y en diálogo con la cultura y las ciencias humanas” (66) y en esta misión de diálogo entre fe y cultura donde debemos desarrollar especialmente nuestro servicio en la Escuela.

Nuestro trabajo debe propiciar a nuestros alumnos las herramientas suficientes para realizar una tarea de integración, proporcionarle un marco de referencia en el que "encajar" las piezas del puzzle del resto de los conocimientos, facilitarle una cartografía básica, un mapa, en el que nuestros alumnos desarrollen todas sus potencialidades desde el conocimiento profundo de Jesucristo y su mensaje como elemento integrador de la persona y de la sociedad. La fe cristiana, lejos de los planteamientos trasnochados de ser una rémora para el saber, tiene mucho que aportar al proceso educativo de los niños y jóvenes.

San Juan Pablo II, en un discurso a los docentes universitarios en Roma señalaba:

"El saber iluminado por la fe, lejos de desertar de los ámbitos de las vivencias cotidianas, los habita con toda la fuerza de la esperanza y de la profecía. El humanismo que auguramos propugna una visión de la sociedad centrada en la persona humana, en los valores de justicia y de paz, en una correcta relación entre individuos, sociedad y Estado".

También en esta tarea educativa tienen una importante palabra las familias. Ellas son portadoras del derecho inalienable de educar a sus hijos. Como diría Benedicto XVI a las familias en Valencia (2006).

"Los padres tienen el derecho y el deber de educar a los hijos en el descubrimiento de su identidad, iniciarlos en la vida social, en el ejercicio responsable de su libertad moral y de su capacidad de amar a través de la experiencia de ser amados y, sobre todo, en el encuentro con Dios".

Y no olvidemos que son los padres los que un curso tras otro siguen optando porque sus hijos reciban en la escuela la enseñanza de la religión católica, venciendo las múltiples resistencias que con frecuencia encuentran en la administración educativa. Ellos son nuestros aliados, porque a ellos servimos.

Queridos profesores, os animo en vuestra tarea, una tarea que no debe ser en solitario, que debe ser coordinada cada vez más con las parroquias y las familias. La naturaleza esencialmente eclesial de vuestra misión como profesores de religión católica exige vivir la comunión eclesial, en la doctrina, en la disciplina y en el afecto. Quienes se desmarcan de la Iglesia oficial, como se dice, para ofrecer su visión particular de la fe y evitarse dificultades con las convicciones dominantes, evangelizando al margen de la fe de la Iglesia, ellos mismos desautorizan su propia acción evangelizadora.

Sed verdadero ejemplo para vuestros alumnos: "Los alumnos esperan de sus educadores no solo maestros en su saber y saber enseñar, sino también testigos de una vida de fe en la que puedan encontrar los signos mediante los cuáles Dios se hace presente". (La escuela católica. Oferta de la Iglesia de España... CEE 2007).

A estas exigencias propias de nuestra misión, actualmente, se juntan nuevos motivos de preocupación con la reciente reforma educativa que pueden afectar no solo a los derechos de la Iglesia, reconocidos en Tratados Internacionales, sino al derecho constitucional a que las familias eduquen a sus hijos conforme a sus propias convicciones, y al derecho de muchos profesores de religión que vienen desarrollando su tarea desde hace años en los centros educativos de Andalucía.

La preocupación ante esta situación ha sido expresada por los Obispos de Andalucía en las últimas Asambleas celebradas en Mayo y Octubre de este año; y el trabajo conducente a la superación, en la medida de lo posible, de esta situación seguirá siendo principal tarea de la Secretaría Técnica de Enseñanza en los próximos meses; como debe movilizar con urgencia e intensidad a todos los colectivos cuyos derechos se ven gravemente afectados.

Permítanme que termine con unas palabras del Papa Francisco en un encuentro de profesores y alumnos de los Colegios Jesuitas que se congregaron en Roma:

No quiero ser demasiado prolijo, pero una palabra específica quisiera dirigirla también a los educadores: (...) los maestros, los padres. ¡No se desanimen ante las dificultades que presenta el desafío educativo! Educar no es una profesión, sino una actitud, una forma de ser; para educar es necesario salir de sí mismos v estar entre los jóvenes, para acompañarlos en las etapas de crecimiento, estando a su lado. Denles a los jóvenes esperanza, optimismo para afrontar su camino en el mundo. Enséñenles a ver la belleza y la bondad de la creación y del hombre, que siempre conserva la huella del Creador. Pero sobre todo den testimonio con su vida de lo que les comunican.

Esta es nuestra profunda convicción: educar es evangelizar y evangelizar es educar, porque sólo Jesucristo es modelo y fundamento de una personalidad verdaderamente humana. Esta certeza nos dará la fortaleza suficiente para afrontar con generosidad y esperanza los nuevos retos de la hora presente.

Muchas gracias.

Sevilla, 22 de noviembre de 2014.

 

+ Santiago Gómez Sierra

Obispo auxiliar de Sevilla

Delegado de los Obispos del Sur de España

para los asuntos de Enseñanza